El movimiento pro-Polisario en España entre solidaridad y polémicas actuales

Por Hach Ahmed Bericalla 

El movimiento pro-Polisario en España despierta debate entre solidaridad, complicidad y controversia tras años de apoyo y sombras que cuestionan su verdadero impacto

La retirada española y la Marcha Verde

La salida precipitada del Estado español, la Marcha Verde y el reparto del territorio entre Marruecos y Mauritania dejaron tras de sí a un pueblo atrapado entre el exilio, los campamentos de Tindouf y la guerra. Ante ese abandono, en España nació un movimiento de solidaridad que durante décadas ha mantenido viva la causa saharaui. 

Ese movimiento surgió con un impulso noble: denunciar una injusticia y acompañar a un pueblo abandonado. Militantes del PCECC.OO., otros activistas y un puñado de exreclutas de la última “quinta” en el Sáhara construyeron los primeros cimientos de una red de apoyo. Sin embargo, junto a la ayuda legítima, se generaron dinámicas de dependencia, paternalismo e injerencia en los asuntos internos de los saharauis.

Campamento de refugiados saharauis de Smara, en Tinduf, Argelia – REUTERS/BORJA SUAREZ

Financiación y profesionalización de la solidaridad

Con la entrada de España en la Unión Europea y la llegada de fondos de cooperación, el movimiento solidario se implantó con fuerza en instituciones. Esta expansión generó una paradoja perversa: la supervivencia de muchas asociaciones pasó a depender de la financiación y, por ende, de la continuidad del conflicto. La profesionalización de la solidaridad convirtió, en muchos casos, el apoyo en un fin en sí mismo. 

Relación simbiótica con el Polisario

El vínculo con el Polisario, autoproclamado “representante único del pueblo saharaui” por la vía armada y no electoral, adquirió un carácter simbiótico. El acceso a los campamentos, a las familias de acogida y a los proyectos dependía de su aval, lo que pervirtió la autonomía y la autoridad moral de las ONG españolas. Dinámicas de favoritismo y desigualdad se filtraron en iniciativas generosas como las caravanas o el programa ‘Vacaciones en Paz’, condicionando la ayuda y canalizando beneficios hacia las representaciones del Polisario.

Más grave aún ha sido el silencio cómplice frente a los atropellos a los derechos humanos en los campamentos. La cárcel secreta de Rashid, en medio de esos mismos campamentos, las ejecuciones extrajudiciales y las detenciones arbitrarias documentadas y corroboradas por cientos de supervivientes rara vez encuentran eco en las asociaciones españolas. 

Campamento de refugiados saharauis de Smara, en Tindouf, Argelia – REUTERS/BORJA SUÁREZ

Incoherencias en el movimiento solidario saharaui

Esta actitud revela una incoherencia injustificable. Mientras en España se defiende la pluralidad, se toleran y conviven posiciones tan antagónicas como el independentismo radical y su rechazo en Cataluña o el País Vasco, los colectivos solidarios saharauis se plegaron pasivamente al discurso oficial del Polisario, negando legitimidad y valor a toda voz discrepante. 

La solidaridad, cuando se confunde con sumisión, condiciona las relaciones personales, abre paso a los favoritismos, pervierte los proyectos y sesga la percepción de la realidad.

La aparición del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP), en abril de 2020, puso en evidencia esta incoherencia. En lugar de recibirlo como una expresión legítima de pluralidad, la reacción fue casi unánime: descalificación inmediata, hostilidad abierta y silencio cómplice. Los críticos fueron estigmatizados como ‘traidores’, sin el menor esfuerzo por dialogar. 

Hach Ahmed Bericalla (ctr.), primer secretario del Movimiento Saharauis por la Paz (MSP), junto a Mohamed Chérif (dra.), responsable de Relaciones Internacionales del MSP en el Consejo de la Internacional Socialista en Estambul durante los días 21 al 25 de mayo de 2025 – PHOTO/MSP

Caso de Carmelo Ramírez

El caso más revelador fue el de Carmelo Ramírez, decano e histórico de la solidaridad en España, quien acusó sin pruebas a los miembros del MSP de ser ‘agentes pro-marroquíes’. Todo apunta a que su reacción iba más allá del altruismo: su defensa radical del Polisario busca apuntalar su conversión al independentismo canario y su apuesta por el legado de Antonio Cubillo. Un enfoque miope que ignora el verdadero valor estratégico de Canarias para los saharauis. 

Debates internos y pluralidad

Es pertinente recordar que el MSP no es un fenómeno artificial. Es la manifestación de un debate interno bloqueado y reprimido, pero imparable. Ignorarlo o condenarlo por encargo empobrece la causa saharaui y desenmascara la contradicción de un movimiento que proclama pluralidad en España mientras reproduce los mismos tics autoritarios en el Sáhara. 

Implicación política y responsabilidad histórica

Resulta incomprensible que algunos de sus portavoces crucen el compromiso honesto hacia la complicidad con sus dirigentes políticos. Al respaldar sin matices a un liderazgo cuestionado, no solo entorpecen las alternativas políticas necesarias, sino que blanquean prácticas autoritarias. En lugar de empoderar al pueblo saharaui, condicionan su debate interno y prolongan un statu quo que solo conduce a una muerte lenta de la causa que dicen defender

Bandera marroquí en la ciudad de Dajla – PHOTO/AIDA

La urgencia de repensar la solidaridad

Nada de esto implica un rechazo a la solidaridad, sino la urgencia de repensarla. La causa saharaui merece un apoyo transparente y crítico, no secuestrado por fidelidades incondicionales. La verdadera solidaridad exige acompañar procesos de democratización, escuchar a todas las voces y exigir coherencia y tolerancia

Aprendizajes y futuro del movimiento pro saharaui

España, sus instituciones y la sociedad civil tienen una responsabilidad histórica innegable. Asumirla implica denunciar las violaciones de Marruecos sin ignorar las carencias democráticas en los campamentos y los excesos de la élite del Polisario. 

Involucrarse en la defensa de la democracia y contra los abusos de poder debe ser un pilar central de cualquier código de solidaridad. Aprender de los errores de quienes defendieron a ultranza el sandismo o el castrismo es una lección indispensable. Solo así el movimiento pro saharaui recuperará su legitimidad y contribuirá a una paz duradera y justa. Esto es, acompañar con crítica, imparcialidad, y transparencia, o permanecer, consciente o inconscientemente, del lado equivocado de la historia.