LA OBSECUENCIA como modelo: cuando el “sí señor” vale más que la verdad

Idea original del artículo: Lic. Horacio N Suppa – Managing Director en Framers. Consultoría estratégica para empresas. suppahora@gmail.com

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En muchísimas organizaciones existen diferentes patrones de conducta que se repiten. Algunos son inofensivos, pero otros más silenciosos pertenecen al grupo de los tóxicos y corrosivos. Quisiera referirme a uno en particular:

La OBSECUENCIA

En muchos espacios organizacionales se confunde lealtad con obediencia. El que cuestiona molesta. El que adula avanza. Se instala así una cultura donde el pensamiento crítico no suma, estorba. Y lo más preocupante es que este fenómeno no siempre se ve como un problema. Muchas veces, se celebra.

En varios ámbitos organizacionales lo llaman “alineamiento”, “adhesión a la visión”, “bajar objetivos en cascada”, “mensaje corporativo”. Pero más de una vez, esos términos funcionan como máscaras para otra cosa: una estructura vertical que no escucha, que no admite disenso, y que prefiere el confort de la aprobación al desafío de una idea diferente.

La obsecuencia no solo empobrece los vínculos. Empobrece también los resultados. Se pierden ideas valiosas, se toman decisiones erradas, se castiga la autonomía. ¿Y qué se gana a cambio? Un clima donde se aplaude más de lo que se piensa.

El riesgo de “no hacer carrera”

En esas culturas, ser crítico o disruptivo no es un valor: es un riesgo de carrera. Por eso, la creatividad se achica, la innovación se empantana, y muchos líderes locales terminan más preocupados por “caer bien arriba” que por generar impacto abajo. La cadena de mando se convierte en una cadena de adulación.

Profesionales talentosos, que callan para no exponerse. Mandos medios, priorizando quedar bien con sus superiores por encima de cuidar a sus equipos o resolver lo importante. Y estructuras enteras que, sin darse cuenta, reemplazan el liderazgo por la necesidad de agradar.

Lamentablemente en algunas organizaciones la obsecuencia no solo es cultural, es estructural. Si agradar al jefe se vuelve lo más importante, entonces ya no hablamos solo de ética: hablamos de un modelo que impide los cambios, anula la crítica y debilita las organizaciones.

Una cultura que premia la obsecuencia crea líderes inseguros, equipos sumisos y resultados mediocres. Pero, peor aún, genera la ilusión de que todo está funcionando bien, cuando en realidad nadie se anima a decir lo contrario.

Tal vez sea momento de hacerse una pregunta incómoda y reflexionar. ¿Queremos rodearnos de gente que piensa, propone y desafía… o de personas que solo aplauden?

Cuando no se tiene lo necesario, lo rodea la obsecuencia

Lo que HOY EXISTE en muchas organizaciones , es una gran pobreza en el ejercicio de los tipos de Liderazgos, puestos que son cubiertos por profesionales que no dan con el perfil adecuado, porque sus Líderes no tienen las “habilidades necesarias” para ejercer el rol de Líderes y nombran también en esos roles a parte de la cadena de obsecuencia (en todos los niveles).

Existe inexperiencia, falta de herramientas, cualidades de desempeño calificado, aprendizaje previo y hasta sentido común, entre muchas otras cosas que se han perdido en el camino de la formación profesional. Porque no existen atajos que permita ganar experiencia sin vivirla. El conocimiento no ocupa espacio, al contrario, destaca por sobre las personas obsecuentes. Es claro que No está faltando Actitud, lo que está faltando es Aptitud para ejercer muchos cargos!!!!!

Fin del artículo