El trabajo híbrido trajo mucha flexibilidad a las organizaciones, pero también abrió un abanico de desafíos que todos viven a diario: cómo coordinar equipos, organizar jornadas y, sobre todo, mantener la productividad y la comunicación. Ya no alcanza con decidir quién trabaja en la oficina o desde casa; lo importante es que esa distribución no afecte la dinámica ni la cultura de trabajo. La situación se vuelve aún más compleja cuando las empresas, además, funcionan con jornadas por turnos. Los cambios constantes generan riesgo de solapamientos, falta de cobertura o problemas de coordinación. Frente a este escenario, distintas compañías comenzaron a apoyarse en la tecnología para dar respuesta. Uno de los casos más claros es el de Naaloo, que desarrolló un módulo de turnos con inteligencia artificial pensado para planificar de manera simple y eficiente: el sistema analiza disponibilidad, preferencias y necesidades operativas, arma los turnos de forma automática y muestra a cada persona su calendario actualizado en tiempo real. “Lo pensamos no solo para ordenar horarios, sino también para dar tranquilidad en aspectos legales: el sistema cuida que se respeten los topes de jornada y los descansos obligatorios. Y lo más interesante es la granularidad que logramos: la IA puede incluso contemplar si ciertos colaboradores conviven mejor juntos o conviene separarlos en diferentes turnos, ayudando también al clima laboral. Lo que antes era un dolor de cabeza constante, hoy es un proceso claro y previsible”, explica Francisco Costa, CEO & Co-Founder de Naaloo. El diferencial de esta herramienta es que no nació en un laboratorio aislado: se construyó a partir del feedback de cientos de empresas que ya forman parte de la comunidad de Naaloo. Eso permitió diseñar un módulo realmente transversal, adaptable a organizaciones de cualquier tamaño e industria. En definitiva, la propuesta busca algo tan sencillo como potente: reducir fricciones, asegurar equidad y dar a los equipos la posibilidad de trabajar de forma ordenada, ya sea en la oficina, en casa o en turnos rotativos. Ese tipo de soluciones tecnológicas aparecen en un escenario donde la discusión por el trabajo híbrido y el compromiso laboral sigue abierta tanto en la Argentina como en el mundo. La coordinación entre empleados presenciales y remotos, la fragmentación de la comunicación y la dificultad para establecer rutinas estables, son parte de una nueva realidad laboral aún en proceso de ajuste. Más allá de la logística diaria, el debate se centra en cómo sostener el compromiso, la productividad y el bienestar de los equipos en un contexto donde las reglas del trabajo continúan redefiniéndose, varios años después del impacto de la pandemia. El dilema se refleja en los números. El informe State of the Global Workplace 2025, elaborado por la consultora internacional Gallup a partir de encuestas realizadas en 2024 a más de 128 mil trabajadores en 160 países, muestra que en Argentina apenas el 29 por ciento de los empleados se declaró comprometido con su trabajo. Si bien es una mejora respecto al 24 por ciento registrado en 2022, todavía más de dos tercios de la fuerza laboral no siente un vínculo pleno con la misión de su organización. En el ranking regional, el país se ubicó en el puesto 11 de 22, lo que revela un compromiso medio, sin grandes avances. La misma investigación incluyó otros indicadores de bienestar: el 52 por ciento de los argentinos dijo encontrarse “prosperando” en su vida, según la escala de Cantril, que, de 0 a 10, mide satisfacción vital. Se trata de un salto de cinco puntos porcentuales en apenas dos años, que posicionó a la Argentina en el séptimo lugar de la región. Ese contraste entre una sensación personal de prosperidad y un compromiso laboral todavía débil muestra una tensión estructural: el bienestar individual no siempre se traduce en motivación dentro de la empresa. El mismo informe de Gallup midió además emociones negativas frecuentes en la jornada laboral. En 2024, un 41 por ciento de los trabajadores locales afirmó sentir estrés diario, un 11 por ciento reconoció episodios de ira y un 18 por ciento reportó tristeza frecuente. Aunque los valores bajaron respecto a 2022, cuando la tensión alcanzaba al 45 por ciento de los empleados, se mantienen en niveles suficientemente altos como para que los líderes de Recursos Humanos los consideren una señal de riesgo. La cuestión de la presencialidad agrega una capa adicional al problema. De acuerdo con un relevamiento de la consultora Randstad, publicado en abril de 2025 y realizado entre 1.500 trabajadores en la Argentina, el 48 por ciento de los empleados ya concurre los cinco días a la oficina, mientras que un 35 por ciento combina modalidades híbridas.Sin embargo, la preferencia declarada es otra: seis de cada diez trabajadores en esquema híbrido respondieron que renunciarían si su empresa les impusiera un regreso total a la presencialidad. El componente económico, además, no puede soslayarse. Un relevamiento de Adecco Argentina, publicado el 27 de agosto de 2024 y realizado entre más de 5.500 trabajadores de todo el país, reveló que el 72 % se mostró preocupado por los aumentos del transporte público y que un 60 % consideraría cambiar de empleo si su empresa le exigiera presencialidad completa. En paralelo, otras voces defienden el valor de volver a la oficina. Investigaciones subrayan que el contacto cara a cara continúa siendo un motor importante de colaboración, innovación y cohesión cultural. Por ejemplo, un análisis de la firma Robin Powered afirma que trabajar cara a cara “aumenta la productividad, la innovación y el desempeño empresarial en general” al potenciar dinámicas que no emergen espontáneamente en entornos virtuales. Entre los hallazgos académicos, un estudio de Stanford, liderado por el economista Nicholas Bloom, demostró que los empleados que trabajaban desde casa dos días por semana tenían niveles de productividad y posibilidades de promoción similares a los que estaban completamente en oficina, pero además presentaron una reducción del 33 % en la rotación laboral. En conjunto, estas investigaciones sugieren que el valor de la presencialidad depende menos del lugar y más de la calidad de las interacciones que puede generar; la hibridez, bien diseñada, preserva eficiencia y compromiso, mientras que permite, en los momentos adecuados, recuperar fuerza creativa y cultural. La tensión entre la preferencia de los empleados por la flexibilidad y el interés de las compañías en recuperar la presencialidad obligó a buscar estrategias más creativas. Una de ellas es la transformación de los espacios físicos. Las publicaciones de lifestyle abundan en cómo las empresas argentinas recurrieron a arquitectos para rediseñar sus oficinas con criterios más residenciales: abundancia de luz natural, materiales cálidos, vegetación y zonas de relax. En paralelo, investigaciones enfatizan que el compromiso laboral no puede sostenerse únicamente con mobiliario ergonómico o amenities. La consultora McKinsey, en su informe Cómo hacer bien el regreso a la oficina, destacó que la clave está en el propósito: los empleados que encuentran sentido en su tarea muestran un nivel de motivación tres veces mayor que aquellos que solo evalúan condiciones materiales. Esa conclusión provino de una encuesta realizada a más de 1.000 trabajadores en Estados Unidos y Europa, pero sus hallazgos fueron replicados en contextos latinoamericanos, donde la búsqueda de propósito atraviesa con fuerza a las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, los datos de Gallup sobre estrés y emociones negativas en el trabajo introducen otra variable crítica. Si cuatro de cada diez argentinos afirman sentir tensión diaria en su jornada, cualquier iniciativa empresarial que busque fortalecer el compromiso debe contemplar programas de bienestar. En este sentido, el mismo informe State of the Global Workplace 2025 recomienda microencuestas de pulso para medir niveles de estrés y pausas activas durante la jornada. Se trata de herramientas de bajo costo que permiten detectar señales tempranas de desgaste y prevenir el burnout, una de las principales causas de rotación en equipos de alto desempeño. En este contexto complejo, la tecnología aparece como un facilitador de equilibrios. La gestión de turnos rotativos es un ejemplo paradigmático: una tarea rutinaria, repetitiva y propensa a errores cuando se realiza en planillas de Excel, pero que se convierte en una oportunidad de eficiencia al automatizarse. El impacto de estas soluciones se refleja en la coordinación de los equipos, la previsibilidad de los turnos y un entorno laboral más equilibrado. Esto fortalece la motivación, mejora el clima de trabajo y favorece la retención de talento, transformando la gestión diaria en un proceso más eficiente y sostenible. Un aspecto interesante es cómo estas soluciones dialogan con la noción contemporánea de presentismo. Si antes se entendía como estar sentado en el escritorio, hoy incluye también estar conectado, disponible y con energía en entornos remotos. El software de Naaloo integra la gestión de turnos con el registro de jornada y ausencias, lo que permite un monitoreo más real de la disponibilidad efectiva, sin importar si se trata de un empleado en la oficina o conectado desde su casa. La experiencia de las pequeñas y medianas empresas resulta clave en esta discusión. El informe de Gallup señala que las pymes enfrentan un reto doble: deben mejorar la claridad de expectativas y ofrecer retroalimentación constante. Al mismo tiempo, muchas carecen de recursos para sostener estructuras complejas de gestión. Aquí la incorporación de herramientas simples, rápidas de implementar y con métricas accesibles puede marcar la diferencia. La tendencia global muestra que la hibridez no desaparecerá. Lo indica el Randstad Workmonitor 2025: a nivel internacional, el 35 por ciento de los trabajadores mantiene esquemas híbridos, y un 60 por ciento expresó que renunciaría si le quitaran esa posibilidad. En Argentina, donde las dificultades económicas hacen que cada costo adicional pese, las empresas que busquen afianzar el compromiso laboral deberán equilibrar flexibilidad, beneficios tangibles y espacios de trabajo atractivos. Ninguna de esas piezas, por sí sola, asegura el éxito. Pero la combinación inteligente de todas ellas puede mejorar la motivación en un mercado que todavía acusa los efectos de la pandemia. El futuro cercano parece demandar un delicado balance. “Ni la presencialidad absoluta ni el home office exclusivo ofrecen, por sí solos, una respuesta satisfactoria”, advierte Costa y concluye: “El camino intermedio requiere creatividad, inversión en bienestar y, sobre todo, coherencia entre lo que las compañías dicen y lo que realmente hacen.La tecnología, al reducir las fricciones de la gestión diaria, puede convertirse en un aliado estratégico para que el foco vuelva a ponerse en lo esencial: el compromiso, la motivación y la capacidad de los equipos para sostener resultados en un entorno de trabajo cada vez más desafiante.” |
