Defender la calidad médica

Por Omar López Mato – MIEMBRO DE CAMEOF

Desde hace meses, el tema de las residencias médicas está en el tapete por distintas razones.

Primero, por los residentes del Garrahan y sus magros ingresos.

Después, porque se cuestionó el ingreso de médicos extranjeros a nuestras residencias.

Y ahora, por el escándalo de los exámenes y las sofisticadas formas de “machetearse” y la “hipotética” venta de resultados a quienes oblasen por obtenerlos.

Las autoridades actuaron rápidamente ante los resultados sorprendentes de algunos candidatos de promedios mediocres en la carrera que no guardaban relación con los resultados obtenidos.

Es muy curiosa la naturaleza humana: cuando se  miente, lo hacen sin pudor. Recuerdo algunos compañeros de la carrera de Medicina que habían abandonado, pero no se atrevían a decírselo a sus padres. Entonces mostraban la libreta universitaria donde ellos mismos anotaban los resultados de los exámenes que no habían rendido. Una constante era que siempre obtenían notas sobresalientes. Si iban a mentir, lo hacían por un 9 o un 10, así sus progenitores sostenían el sueño de “m’hijo el dotor”, que para colmo era un superdotado…

El ministro Lugones declaró con respecto a este tema  que “defender el mérito es defender la calidad médica”. Es valida  esta afirmación referida a la educación, pero también es bueno que, en el caso de la medicina, sepan que estos residentes que se están formando para ingresar en una jungla donde la meritocracia es un elemento que no siempre es tenido en cuenta, y donde la calidad médica tampoco es prioritaria.

A lo largo de estos 40 y pico de años he visto cómo los contratos más sustanciosos no caían en manos de los que más se habían esforzado, sino en los hijos, sobrinos, parientes y amigos del jerarca de turno… a veces con, y otras veces sin, peaje incluido.

¿Saben estos residentes que, el día de mañana, cuando accedan a un contrato, una prepaga de mucho prestigio pagará 8300 pesos por consulta, antes de impuestos y descuentos administrativos (incluido el ridículo Ingresos Brutos)? Es decir, unos 5 dólares por consulta tras años de estudio, exámenes, cursos y congresos.

¿Sabrán que, en los países vecinos, la consulta vale como mínimo 20 dólares?

Puede ser que algunos sean hijos de médicos y se hayan enterado por sus padres que deben esperar, 60, 90 o 120 días para cobrar su trabajo.

Si estos residentes no lo sabían, es bueno que se enteren.

Es curioso que, durante la formación médica, no se les enseñe nada a los futuros profesionales de recibos, descuentos, facturación, cápitas, contratos… nada. Los largan a la vida como pichones que abandonan el nido: a volar como puedan, sin asistencia.

El ministro, hombre de pocas palabras, lanzó una frase memorable que ojalá sea cierta, pero que la veo muy lejana a la realidad de la práctica médica, o a lo que ha sido hasta ahora el ejercicio profesional.

¿Podrán los más meritorios acceder a los mejores puestos?

¿Podrán ellos discutir de igual a igual sobre las formas de ejercicio profesional?

¿Podrán ejercer libremente o estarán sometidos a los criterios de la posición dominante, que no siempre está ejercida por los más idóneos?

¿Podrán evitar al fentanilo defectuoso porque se decidió una marca entre gallos y medias noches?

¿Saben que se están jugando su futuro económico por una decisión a la que son ajenos?

¿Podrán elegir los mejores medios para tratar a sus pacientes o deberán aceptar las imposiciones de prótesis y medicamentos que le convengan al funcionario de turno?

La gente que hoy decide qué sistema de salud lo protegerá de la vida o la muerte, ¿no debería conocer el estado financiero de su seguro de salud?

¿No debería ese paciente saber cuánto y cómo le pagan al profesional que lo atiende ? ¿O solo debe guiarse por una publicidad mendaz que nada tiene que ver con el verdadero ejercicio de la medicina ?

Estos que hoy acceden a la residencia gracias a la meritocracia, el día de mañana, ¿serán respetados y valorados de acuerdo al esfuerzo que implicó dar este examen de residencia?

¿Qué mundo les tocará vivir? ¿Qué medicina podrán ejercer ?

No lo podemos saber, solo intuirlo por las vivencias pasadas, cuando la meritocracia fue pisoteada y despreciada.