Es más que ir a tomar un café. ¿Qué representaesta bebida para los argentinos?

1 de octubre Día del Café

En Argentina, ir a tomar un café va mucho más allá que un desayuno o merienda. Es
una excusa, un ritual, un punto de encuentro. Este Día del Café invita a preguntarnos
cuánto invertimos —en tiempo y en dinero— en esa costumbre que atraviesa
generaciones.


Solo en la Ciudad de Buenos Aires existen más de 10.000 bares y cafeterías, de acuerdo
con datos de la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad, lo que la convierte en una
de las metrópolis con mayor densidad de espacios de este tipo en la región, con uno cada
300 habitantes.


Pero detrás de este fenómeno hay algo más profundo: los cafés son parte del tejido cultural.
Según un estudio de la UBA, 7 de cada 10 argentinos dicen consumir al menos un café
al día, el 23% de la población se declara “adicto al café” y un 38% lo consumen de
manera social. Sobre todo, en este último caso, el bar o cafetería se vuelve un “segundo
living”, un lugar donde lo importante no siempre está en la taza, sino en lo que pasa
alrededor de la mesa.


En esos encuentros, lo que ocurre alrededor de la mesa suele ser más significativo que la
bebida en sí. Desde una idea de negocio que se transforma en emprendimiento, hasta una
primera cita que deriva en una pareja de años, o el simple reencuentro con amigos. Como
señala Ariel Traverso, fundador de Estación 392 y CEO de A-TRAIN: “El café es el gran
testigo de nuestra vida social y hasta profesional. Ningún otro lugar concentra tanto: trabajo,
amistad, cultura y momentos únicos que se vuelven inolvidables”.


El fenómeno también se mide en números. En Estación 392, el café de especialidad
ubicado en un ex petit hotel de 1907 en Recoleta, el ticket promedio es de $17.000, que
puede incluir opciones como huevos con palta, yogur con granola casera, además de los
clásicos de panadería como las medialunas, o de pastelería, con las cookies de pistacho y
variedad de tortas. La permanencia promedio de los clientes oscila entre 15 y 20 minutos
para quienes toman un café solo, y 45 a 60 minutos cuando la experiencia es compartida o
acompañada por un plato.


Traverso resume la tendencia con una mirada clara:


“Yo tengo siempre presente a mi vieja, abogada, se pintaba los labios y salia tomar un
cafecito y de ahí trabajar. Lo interesante es que, en comparación con el precio de una
entrada de cine o un libro, el café sigue siendo una salida cultural accesible, pero con un
plus: es inmediata, cercana y adaptable a cada momento”.

En el marco del Día del Café, los números confirman lo que la experiencia cotidiana ya
muestra: el café en Argentina es mucho más que una bebida. Es parte de la vida urbana y
un ritual que conecta personas, historias y proyectos.
La taza, el grano y… ¿qué más?


Argentina nunca se destacó por ser un país con paladar para el café, o por lo menos asi se
decia, sin embargo, hoy las cafeterías de especialidad son furor. Esto ocurre porque, más
allá del sabor, buscamos experiencias únicas alrededor de la bebida.


Esto convirtió al sector en un mercado muy competitivo en busca de nuevas estrategias. El
secreto está en la experiencia: espacios instagrameables, con identidad propia, que ofrecen
un diferencial más allá del café. Es el caso de Estación 392, que además de ofrecer granos
de las 4 regiones del mundo, ofrece un concepto especial: “Los trenes tuvieron siempre un
poder enorme para conectar personas e historias. Ese es el espíritu que quisimos traer al
café: un lugar que una, que funcione como estación de paso, adentro de un tren de lujo
francés de 1907 pero también como destino en sí mismo. Mi abuelo fue maquinista y de ahí
nace esta pasión. Así como el tren conectaba ciudades, el café conecta personas. Esa
función social es lo que buscamos recrear en Estación 392 lleno de networking”.