GOBIERNO PARALIZADO: FALLAS EN EZEIZA EXPONEN LA INOPERANCIA OFICIAL MIENTRAS SE ACUMULAN LOS FRACASOS

El colapso del nuevo sistema aduanero se suma a la escasez de chapas patentes y a los pasaportes mal confeccionados. Mientras tanto, el Gobierno pierde elecciones y la economía se les escapa de las manos.

La operatoria de cargas en el aeropuerto de Ezeiza quedó atrapada en un caos que golpea de lleno a importadores, consumidores y pacientes que esperan insumos vitales. El cambio improvisado en el sistema informático de importaciones, lejos de agilizar, provocó un verdadero colapso con mercadería trabada durante semanas.

Desde la Asociación Argentina de Agentes de Carga Internacional alertan que las fallas paralizan la salida de productos sensibles, desde insumos médicos hasta componentes industriales. La cadena de costos se dispara con almacenajes cada día más caros, mientras la respuesta oficial apenas se reduce a promesas de que “en dos semanas” todo volverá a la normalidad.

El contraste entre la magnitud del problema y la capacidad de gestión del Gobierno nacional se hace cada vez más evidente. La improvisación con que se apagó el sistema viejo sin respaldo del nuevo recuerda a otros tropiezos recientes: chapas patentes que no se entregan hace meses, pasaportes emitidos con errores de impresión y retrasos interminables en su entrega. Una sucesión de fallas que exhibe la desorganización generalizada de la administración.

Los despachantes de aduana fueron claros: “Fue desastrosa la implementación”. No hubo período de transición ni sistemas corriendo en paralelo, como se estila en cualquier proceso de modernización. El resultado es un cuello de botella que ya afecta operaciones quirúrgicas programadas, con cientos de implantes cocleares retenidos en los depósitos.

El problema se originó a fines de agosto, justo después de un fin de semana largo, cuando los vuelos cargueros llegaron con cientos de toneladas que el sistema no pudo procesar. Desde entonces, la situación no hizo más que agravarse.

El Gobierno, que acumula derrotas en las urnas y un descontrol económico creciente, suma así un nuevo capítulo a su lista de fracasos administrativos. A las demoras en Ezeiza se les superponen las falencias en áreas tan básicas como el registro automotor y la documentación personal. Ni las chapas ni los pasaportes logran entregarse como corresponde, dejando a miles de ciudadanos a la deriva.

En paralelo, el clima de incertidumbre golpea al comercio exterior: contratos de exportación comprometidos, vuelos cargueros reprogramados y costos extra que hacen perder competitividad a las empresas argentinas. Un escenario que se multiplica con cada día que la mercadería permanece inmovilizada.

La falta de coordinación entre organismos, la incapacidad de prever contingencias y la ausencia de funcionarios que den respuestas concretas profundizan la sensación de un Estado desbordado. La sociedad percibe que nada funciona: ni el aeropuerto, ni los registros, ni los servicios más elementales.

Así, mientras las urnas castigan al oficialismo y la economía se desmadra, el colapso en Ezeiza se convierte en una postal más del desorden gubernamental. Una muestra palpable de que cuando la conducción política se vuelve inoperante, todo el aparato del Estado termina paralizado.

En definitiva, la crisis no está solo en los depósitos de carga: está en la propia mesa de control de un Gobierno que no gobierna.