¿Eres tú… o el personaje que la organización te pidió interpretar?
Detrás del uniforme, del cargo o del título, muchos profesionales terminan siendo parte de un guion que no escribieron. Pero la verdadera productividad (y también la felicidad laboral) comienza cuando uno se atreve a ser auténtico, incluso dentro del sistema.
Generalmente las organizaciones, nos condicionan a tener un determinado rol. Interpretas un papel, a veces protagónico y a veces eres un extra!
Pero “No eres tu Rol”. Ante todo eres una persona, un mortal como todos nosotros. Algunas empresas nos condicionan y nos hacen creer que somos lo que ellos quieren que seamos en diferentes roles.
Qué tan bien interactuas con la gente en tu rol?
Existen casos en que las posiciones o roles son tomadas por las personas como si fueran lo que en realidad no son. Eso pasa porque no han entendido que solo están en “un rol” y para sostener ese rol en el tiempo hay que tener las habilidades correspondientes. Con el tiempo cambiarás de rol o de empresa cada tanto, aunque algunos logran mantener “su rol” en el tiempo cambiando de sucursales o de países .
Solo eres un mortal, una persona como cualquier otra, en un determinado rol, con o sin la autoridad que te han “prestado” por un tiempo. El ego, la ambición y el poder juegan un papel preponderante que hay que manejar, para que no se transforme en egocentrismo, maltrato y tiranía. La realidad no pone en su lugar y cuando te desvincules de ese lugar de trabajo y vuelvas al planeta tierra seguirás siendo un mortal, como todos nosotros lo somos. Ya no serás el título con el cual te presentabas. Serás el nombre con que tus padres te han llamado.
Hablemos un poco de los ámbitos laborales
Una organización que elige guiarse por el respeto, la honestidad y la integridad no solo construye resultados, sino también confianza. En ese tipo de cultura, las personas se sienten parte de algo más grande que su tarea: sienten que su trabajo tiene sentido.
Allí florecen los vínculos genuinos, las ideas circulan sin miedo y el compromiso deja de ser una palabra vacía para transformarse en una actitud cotidiana.
En cambio, cuando el único norte es la ganancia, el precio suele ser alto. La deshonestidad, el irrespeto o la corrupción pueden mostrar cifras favorables en el corto plazo, pero erosionan lo más valioso: la credibilidad, el orgullo de pertenecer y la posibilidad de dejar un legado.
“Porque toda organización, al final, es un reflejo de lo que elige ser cuando nadie la está mirando”.
Existen muchas maneras de ser, pero, cuando tomamos decisiones basadas en nuestros principios, cada paso que damos refleja lo que verdaderamente somos. Nuestras habilidades son útiles, claro, pero son solo una parte de la ecuación. Lo que realmente importa es cómo utilizamos esas habilidades para actuar. Para bien o para mal, por ejemplo, siendo desconsiderado, deshonesto y falto de principios o con respeto, integridad y honestidad.
Por supuesto, no siempre es fácil mantenernos firmes en lo que creemos. La vida nos pone a prueba, pero ahí es donde entra la importancia de los principios, que son nuestra brújula, guiándonos cuando todo lo demás parece incierto. Vivir según nuestros valores nos da una sensación de propósito y coherencia.
Al final del día, lo que cuenta no es solo lo que hacemos, sino quiénes elegimos ser en cada momento. Fin del artículo
Horacio N Suppa – Lic en Psicología -Consultor de empresas – suppahora@gmail.com