
La provincia de Buenos Aires ha sido la bestia negra de la política argentina desde los mismo albores de la República. Rica y poderosa ha sabido dominar buena parte de nuestra historia política por la fuerza y por el ingenio. Fue cuna y bastión de liderazgos tan disímiles como avasallantes que pusieron en crisis sistemas preexistentes. Su extensión territorial y su diversidad sociocultural y económica ha sido y es motivo de análisis y debate porque no es potro fácil de domar. Sólo criollos viejos y hábiles supieron hacerlo con maestría. A su tiempo Juan Manuel de Rosas, Bartolomé Mitre, Adolfo Alsina, Hipólito Yrigoyen y Juan Perón por citar a los más conocidos y cuya hegemonía fue más duradera, supieron montar un esquema político nacional basado en el poder territorial provincial.
Ayer, contradiciendo encuestas y opiniones interesadas la provincia de Buenos Aires, ese monstruo grande que pisa fuerte, le dió una paliza al improvisado liderazgo nacional que pretende montar el presidente Javier Milei ignorando la historia, tergiversando datos e información, maltratando a vastos sectores de la población en estado de vulnerabilidad que se sindicaron en el peronismo bonaerense y su gobernador Axel Kicillof para enviar un mensaje contundente y dramático: ASI NO.
La tan discutida decisión de desdoblar el comicio local como excusa de la provincialización del debate obró como anteriormente lo hacian las erróneamente suspendidas PASO ( Primarias Abiertas Simultaneas Obligatorias) y por efecto de la imparable nacionalización de la campaña provocada por Milei, su gobierno y su fuerza política obró como revulsivo hacia adentro y hacia afuera del peronismo.
Hacia fuera porque la derrota del gobierno de Milei junto a sus subyugados aliados del PRO ha sido contundente e inapelable, por trece (13) puntos porcentuales en una jornada pacífica y sin denuncias de irregularidades en ninguna parte. Los derrotados del domingo a la noche, muy lejos del esperado “empate técnico” prometido, aparecían con caras largas, gesto adusto y todavía bajo los efectos narcotizantes de encuestas pagadas para que dijeran lo que querían oir. El sinsabor los acerca peligrosamente al espejo de Mauricio Macri luego de las PASO de agosto de 2019 anticipatorias del inexorable final de su gobierno cuando “los mercados” le picaron el boleto anticipadamente y la catástrofe electoral fue definitiva y total.
Hacia dentro del peronismo puede actuar como ordenador, pero aún está por verse. Por lo pronto la estrategia frentista de la unidad a toda costa sigue siendo vital, sobre todo ante la la balcanización de la oferta electoral del no peronismo (por llamarlo de alguna manera) atribuible a la impericia, la mezquindad y el egoismo de sus princpales actores. Pero Kicillof se descubrió además como estratega; no sabemos aún si es líder, pero va aprobando gradualmente las pruebas a que se ve sometido. Avanzó con su idea de desdoblar el comicio local ante el copioso fuego amigo y contra viento y marea, sin desviarse jamás del objetivo perseguido, soportó estoicamente todas las invectivas e intentos rupturistas de todas las tribus peronistas propias y ajenas. Logró domar rebeliones, asumir autoridad y sacudirse el rol vicario que le había sido conferido. Podría estar ingresando en la mayoría de edad o será simplemente una emancipación con autorización paterna, se verá. Asoma hoy como un presidenciable en un peronismo al que no le sobran. Aunque también asumirá el peso simbólico de esa carga: será el cuarto candidato a presidente peronista representante de la Provincia de Buenos Aires (Cafiero, Duhalde, Scioli, Massa). Todos derrotados en las urnas. Sólo Eduardo Duhalde lo consiguió aunque perdió las presidenciales de 1999, en las agitadas jornadas de finales de 2001 merced a un acuerdo parlamentario con Alfonsín y el radicalismo que le dió andamiento. Dependerá no solamente de él sino del resto de su espacio político como avance hacia ese objetivo y, si finalmente lo consigue, no terminar como Túpac-Amaru.
Desde la refundación democrática de 1983 fue la primera vez que la provincia de Buenos Aires votó separadamente de la elección nacional. Si bien durante el siglo XX era común que la elección nacional se realizara en forma separada de las elecciones provinciales. En general se entendía que esa situación beneficiaba la discusión de la problemática local separadamente de los temas nacionales. La actual demografía política, acentuada institucionalmente luego de la reforma constitucional de 1994 que estableció la elección directa por distrito único y con doble vuelta del presidente de la Nación hizo de Buenos Aires un bastión estratégico y piedra basal de cualquier proyecto nacional. Aún con las particularidades de actual situación política, el desdoblamiento provincial no pudo esmerilar la nacionalización del debate y el resultado lo deja palmariamente claro. Fue un plebiscito contra Milei y su política cruenta y desprolija. Algo más. La disfuncionalidad del sistema político, aunque estable y fuerte producto de la consolidación democrática, provoca que la sociedad civil fuerte delegue en gobiernos débiles. Fue el mismo oficialismo y Milei en persona los que provocaron que una elección provincial legislativa se convirtiera en un plebiscito contra su gestión, su política y su mensaje.
Un párrafo final dedicado al presidente. Que se trata de un producto de probeta del sistema peronista – heredero de la variante menemista, sciolista, massista- creado para dividir el voto no peronista, que por imperio de circunstancias fortuitas acabó siendo sindicado por buena parte de la sociedad como la última defensa ante el peronismo en su versión más reciente. Con slogans y temas como “Poner el último clavo al cajón del kirchnerismo” y “Kirchnerismo Nunca Más” terminó por relegitimar lo que decía que venía a sepultar.
En tanto, ese colectivo no peronista que es mayoritario en la sociedad aunque hoy aparezca derrotado, disperso y frustrado (que a fines de 2023 y durante buena parte de 2024 se mostró dispuesto a colaborar con un presidente que los maltrató y desconsideró) no logra procesar el efecto de sus graves errores estratégicos y la mala lectura de todo el proceso de 2023. Si leyera correctamente y capacidad autocrítica y generosa el proceso actual, podría llegar a tener chance en 2027 sin depender de la volubilidad de Milei y su círculo y sin replicar la ya muy ajada dialéctica antiperonista.